Lo que no se comunica no existe
26 Mar, 2013
Pon en práctica tu escucha activa para comunicar mejor
Para comunicar con eficacia es básico saber escuchar. Una escucha activa. Escuchar es muy, muy difícil. Y, lamentablemente, desde pequeñitos no se nos enseña en la escuela cómo escuchar, sí a escribir, a leer, a hablar, pero muy poco a escuchar. Esa carencia la arrastramos: nada tiene que ver con el hecho de oír, ya que […]
Para comunicar con eficacia es básico saber escuchar. Una escucha activa. Escuchar es muy, muy difícil. Y, lamentablemente, desde pequeñitos no se nos enseña en la escuela cómo escuchar, sí a escribir, a leer, a hablar, pero muy poco a escuchar. Esa carencia la arrastramos: nada tiene que ver con el hecho de oír, ya que implica prestar atención y va ligado a la empatía y a la asertividad. ¡Se pierde tanta información por la mala calidad de la escucha!
La gran mayoría de las veces sólo estamos pendientes de nuestro mensaje, de lo que vamos a decir, lo cual también nos impide percibir lo que nos indica la comunicación no verbal. La buena comunicación nace de una escucha activa y cultivarla nos permite mejorar en la calidad de nuestras relaciones profesionales y personales, y, por supuesto, desarrollar nuestra capacidad de liderazgo y de gestión de equipos. Nada tan poderoso como dominar el arte de escuchar para una comunicación cara a cara. Y estamos en tiempos de conversar.
Hay muchas formas de comunicar. Tantas como personas. Según filtramos el mundo, comunicamos. Llevamos siempre unas gafas puestas, aunque no nos demos cuenta. Pero, además, llevamos tapones en los oídos. “Open your mind before your boca”. Está frase –que vi el otro día en una camiseta de Zara- no es un eslogan casual. Tenemos dos orejas y una boca y, como muy bien dice el refrán: es por algo.
Para abrir nuestra mente necesitamos practicar una escucha activa. En los ejercicios de formación en habilidades de comunicación, o de manejo de equipos y liderazgo, cuesta siempre mucho poner en practica la escucha activa, básicamente por dos motivos: desconocimiento (no somos conscientes de nuestra deficiencia en la escucha) y el hecho de que supone un esfuerzo atender, comprender, interpretar, analizar lo que se nos está diciendo. Pero, sin este tipo de escucha no se pueden generar conversaciones útiles.
Teniendo en cuenta los errores más comunes que cometemos, te propongo estos 4 aspectos para mejorar en el cara a cara tu habilidad de escucha. La próxima reunión de trabajo o conversación profesional o personal tenlos presentes, ya que te facilitarán la comunicación e irás notando la diferencia:
Cuatro claves para estar en ‘modo escucha activa’:
- 1. Observa: Desarrolla tu observación hacia la persona que habla contigo, hacia cómo reaccionando cuando tu hablas, dices tu mensaje, y hacia cómo te está contando el suyo. Presta atención a cómo es su lenguaje no verbal, su mirada, los movimientos del cuerpo, de las manos, el tono de voz…
- 2. Calla: Muérdete la lengua si es preciso. Cuenta hasta 5 antes de empezar a hablar cuando la otra persona está hablando. No le interrumpas, no te quedes con el inicio de la frase, de lo que se habla: deja que cuente. Y no tengas miedo a estar en silencio. Haz la prueba, cállate, vas a tener más información y mejor receptividad por la otra parte.
- 3. Ponte en su lugar: ¿Eres capaz de dejar a un lado tu yo por unos minutos? Trata de entender lo que se te está contando desde el punto de vista del que habla. Ello implica evitar evaluar y juzgar de antemano lo que se está contando. Es difícil, sí, y en nuestra cabeza tendemos a emitir juicios de valor sobre la persona, cuando lo que tenemos que valorar es lo que está diciendo: sus ideas y puntos de vista. Nos preocupamos más en hallar ideas que refuercen ‘lo nuestro’ que en entender lo que nos dicen.
- 4. Da señales: Mira a tu interlocutor a los ojos, siempre. Usa la mirada y los gestos de la cara para transmitirle tu interés, para que sienta que lo estás escuchando, para generar un espacio que facilite el que cuente. Haz alguna pregunta y sintetiza lo que ha expuesto para corroborar si efectivamente es lo que has entendido.
Cuando termines la reunión o conversación, haz el ejercicio de rebobinar, hazlo y siempre que puedas ‘en caliente’, nada más terminar. Fíjate en estos 3 aspectos:
- Sentimiento: Cómo estás tras la conversación/reunión: ¿Que sentimiento general te ha generado?
- Información: ¿Has dado algo por supuesto sin preguntarlo o aclararlo?
- Mejora: ¿Qué hubieras dicho o callado de poder volver a mantenerla?
En el ámbito empresarial, por ejemplo, la eficacia de las reuniones depende en una gran parte en mantener una escucha activa. Evitaremos desde repetir contenidos, a hablar de lo mismo, no llegar a entendimiento, tener conclusiones precipitadas, ahondar en las diferencias o rivalidades personales.
De igual manera, una carencia de escucha activa está detrás un mal clima de relaciones interpersonales en el entorno empresarial, que en gran medida refuerza los posicionamientos de tener la razón o ser un experto frente a buscar una solución. Así que, la conclusión es evidente: si nos esforzamos en practicar la escucha activa notaremos cómo empieza a cambiar nuestro ámbito relacional, profesional y comunicativo.
Bibliografía que te puede ser útil:
“El Talking Manager. Cómo dirigir personas a través de conversaciones”, de Álvaro González-Alorda. Editorial Alienta. “Aprende a escuchar”, Rodrígo Ortiz Crespo. “Siete mil maneras de escuchar”, de Mark Nepo. Editorial Aguilar. “Escuchar para vender. Descubre las verdaderas necesidades de tus clientes”, de René Moulinier, Leila Javitch-Hadgé y Hélène Nguyen. Editorial Empresa Activa.
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