Para comunicar con eficacia es básico saber escuchar. Una escucha activa. Escuchar es muy, muy difícil. Y, lamentablemente, desde pequeñitos no se nos enseña en la escuela cómo escuchar, sí a escribir, a leer, a hablar, pero muy poco a escuchar. Esa carencia la arrastramos: nada tiene que ver con el hecho de oír, ya que implica prestar atención y va ligado a la empatía y a la asertividad. ¡Se pierde tanta información por la mala calidad de la escucha!
La gran mayoría de las veces sólo estamos pendientes de nuestro mensaje, de lo que vamos a decir, lo cual también nos impide percibir lo que nos indica la comunicación no verbal. La buena comunicación nace de una escucha activa y cultivarla nos permite mejorar en la calidad de nuestras relaciones profesionales y personales, y, por supuesto, desarrollar nuestra capacidad de liderazgo y de gestión de equipos. Nada tan poderoso como dominar el arte de escuchar para una comunicación cara a cara. Y estamos en tiempos de conversar.