No podemos controlar qué se dice o no de una organización, pero si qué dice la propia organización. Ser proactivos al comunicar es una necesidad para trasladar la narrativa y mensajes a los grupos de interés
Arriba, intervención en TVE1 del portavoz de Ferrovial Francisco Polo explicando la decisión de la compañía; abajo, Rafael del Pino Calvo, presidente de Ferrovial y máximo accionista (20,42%).
La crisis de reputación vivida por Ferrovial sirve de ejemplo para resaltar la importancia de algunos aspectos de la comunicación de crisis. Ninguna crisis es igual a otra en el manejo de la reputación. Sin embargo, hay elementos comunes que deben de tenerse siempre en cuenta, ya que según sea la postura adoptada en su gestión van a condicionar la evolución de los escenarios de la crisis. En concreto, quiero reflexionar sobre la importancia de cuatro aspectos al hilo del caso de esta multinacional:
Empatizar, ser transparente, explicar qué ha pasado y dar información en función de la evolución del ciberincidente son aspectos básicos para mitigar el impacto en la reputación y la pérdida de confianza.
Si algo caracteriza nuestra actual sociedad y su contexto es la incertidumbre que se extiende por las áreas social, económica, medioambiental, política. Vivimos en lo incierto y la interdependencia de todos. En este contexto hay una certeza clara en lo que a riesgos reputacionales se refiere: en cualquier momento tu empresa, tu organización, va a sufrir un problema por ser ciberatacada, por tener algún fallo de ciberseguridad. Por ejemplo, el último caso internacional ha sido el de Uber tras sufrir un ciberataque de alto perfil que ha afectado gravemente a su infraestructura crítica, su información corporativa y a los datos personales de millones de sus usuarios.
En España, hace cuatro días, un grave ciberataque paralizó los servicios de al menos tres grandes hospitales de Barcelona: un caos ya que el personal no puede consultar historiales, programar o hacer pruebas que dependan del sistema, como por ejemplo radiografías. Cada dos minutos se produce el uso de datos privados con fines criminal y cuatro de cada diez empresas han sido víctimas de un ciberataque en el último año, según datos de INCIBE.
El goteo de empresas afectadas por ciberataques es incesante y la mala noticia es que no va a parar, seguirá creciendo esta actividad delictiva. Es un tipo de riesgo que ha llegado para quedarse y donde la gestión de la comunicación desempeña un papel relevante de cara proteger la reputación ante los riesgos cibernétivos. Los profesionales de la comunicación dircom tienen que estar preparados para hacer una buena gestión de la comunicación tanto externa como interna si llegan a sufrir una crisis de este tipo. Por ello, es de agradecer que desde la Asociación de Directivos de Comunicación, Dircom, se organizara un ciclo de formación para sus socios centrado en la comunicación de crisis ante un ciberataque o ciberincidente.
Somos lo que Google dice de nosotros. Eliminar del buscador o de las redes sociales contenido que perjudica nuestra reputación digital es una tarea ardua que requiere estrategia y tecnología. Nuestra huella digital forma parte de un ecosistema comunicativo.
Internet no olvida
No lo olvides nunca a la hora de compartir contenido en tus redes sociales. La llamada huella digital no perdona. Todo aquello que decimos y toda la información que subimos a Internet desde reseñas y comentarios, a los contenidos en redes sociales, blogs, webs… e interacciones es parte muy importante de la imagen que proyectamos. A ello se suma lo que otros dicen y comparten de nosotros, bien sea nuestros propios contenidos o informaciones nuevas. Esa mezcla configura nuestra identidad reputacional digital, y como se puede comprobar, escapa a lo que nosotros queramos transmitir por depender en gran medida de terceros.
¿Se puede borrar contenido en Internet que es viral?
Sin embargo, lo que si está en nuestra mano es ser más conscientes de nuestro comportamiento digital y deluso que damos a aquellas redes sociales en las que tenemos una presencia activa. Algo que implica aumentar nuestra cultura digital y plantearnos preguntas como: ¿Eso que voy a compartir quiero que un tercero extraño lo vea? ¿Me importa si eso ocurre? ¿Afectaría a mi ámbito personal, profesional, laboral? ¿Soy consciente de las condiciones de privacidad y seguridad sobre las que estoy operando en esta red social o de mensajería instantánea?
Cada vez son más frecuentes situaciones en donde llega el arrepentimiento por un contenido que se ha colgado en las redes sociales o difundido en algún canal digital. ¿Qué podemos hacer si queremos eliminar información nuestra de Internet? ¿Se puede borrar, hacer desaparecer, una imagen, un vídeo? Y, por otro lado, ¿Qué mecanismos hay que seguir si se quiere denunciar un contenido que circula en una red social y es dañino para nuestra reputación?
Optimizar el riesgo reputacional supone apostar de manera proactiva por estrategias de comunicación corporativa transparentes. El contexto de incertidumbre y desinformación hace que la transparencia sea una necesidad para las empresas e instituciones si quieren generar relaciones basadas en la confianza y credibilidad.
Llegó 2022. Estrenamos un año en el que Gartnerhace cinco que predijo que más de la mitad de las informaciones que se van a consumir en los países con economías maduras serán falsas. El informe anual de predicciones tecnológicas de esta consultora también apuntaba a que en 2024 un 30% de los CEOs de las grandes compañías van a considerar como una prioridad los servicios de moderación de contenido generado por el usuario. Los mensajes falsos, las noticias falsas, los bulos, crecen convirtiéndose en una amenaza grave, ya que deterioran la percepción del entornoeimpactan negativamente en la reputación. De ello no se libra nadie: empresas, instituciones, personas.
Vivimos en la cuerda floja de la desinformación donde lo verdadero y la mentira son igual de accesibles. Lo cual hace más acuciante la necesidad de favorecer que la información llegue por los canales que se estimen oportunos a nuestros públicos objetivo, a nuestros grupos de interés. Saber qué es verdad ya es una cuestión complicada. En un mundo postdigital y postpandemia, la incertidumbre e hipertransparencia es el contexto de la nueva normalidad con el ruido permanente de fondo de la desinformación y la infodemia.
La gestión de la comunicación de crisis siempre se mueve en un contexto incierto lo cual hace indispensable contar una metodología de actuación que ayude a reducirlo y facilite reaccionar con la rapidez, responsabilidad y eficacia que garantice minimizar el riesgo reputacional.
En gestión de comunicación de crisis ante la rapidez de los acontecimientos y su manejo en tiempo real es clave la expresión «sujetar los caballos», para tomar el control.
Desconocer cuánto tiempo va a durar una situación crítica y cuáles pueden ser sus consecuencias son dos elementos que generan angustia y estrés condicionando las decisiones que se toman, pudiendo agravar sus consecuencias. La emoción y la gestión estratégica de una crisis no suelen convivir bien: la primera se adueña del pensamiento e interpreta la información haciendo, como decimos en la expresión, “muy difícil sujetar los caballos”. Es decir, tener un control rápido sobre los aspectos claves para reaccionar con agilidad y eficacia, ya que el control total, al igual que el riesgo cero, nunca existe. Sigue leyendo →
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La red social vive inmersa en una crisis reputacional que ha minado la imagen y la confianza sus stakeholders y puesto en entredicho su credibilidad por la gestión de la privacidad de los datos de sus usuarios, su comportamiento y la sucesión de nuevos frentes abiertos como la discriminación en sus anuncios.
Portada de Bloomberg Businessweek , edición de marzo 2109. Fotógrafía de Chip Somodevilla
Que levante la mano quien no tenga abierta una cuenta de Facebook. Es la mayor red social del mundo con 2.320 millones de usuarios activos al mes en más de cien lenguas distintas y 7 millones de anunciantes. El 4 de febrero de 2004 Mark Zuckerberg, un estudiante de informática y psicología de la Universidad de Harvard, puso en funcionamiento «The Facebook», con sus compañeros Eduardo Saverin, Dustin Moskovitz y Chris Hughes. 15 años más tarde, es dueño también de Whatsapp e Instagram y Facebook vive la que para mí fue, sin duda, la crisis de reputación más relevante del 2018 (el año de los charlatanes) y entró en el 2019 con su imagen dañada y reducida la confianza de todos sus stakeholders, desde el usuario anónimo de la red social, al inversor, los medios de comunicación y las instituciones, pasando por los clientes de sus servicios: todo aquel que quiera anunciarse. Además, su negocio se ha visto afectado con sucesivas bajadas en bolsa, donde también ha hecho historia al vivir la mayor caída en un día del valor de la acción en el índice Nasdaq al conocerse el escándalo Cambrige Analytica, valiendo hoy un 24% menos que antes de la crisis. ¿Qué se puede aprender de la situación y gestión que hasta la fecha ha realizado la compañía?