Si quieres empezar a encontrarte mejor, escribe una carta a tu propio cerebro. Elige cuidadosamente tus palabras y el mensaje que vas a transmitirte. No es broma, ni magia. Sencillamente es ciencia, probada en diferentes estudios que confirma el efecto que nuestros pensamientos –pensamos con palabras- tienen en nuestra vida, partiendo de que el cerebro no distingue entre realidad y ficción. Hace muchos años, allá por 1998, leí una gran entrevista en la sección La Contra del periódico La Vanguardia a Lair Ribeiro (atesoro muchos recortes, mucho papel). Me impresionó y, dedicándome a la comunicación, he podido ir comprobando cuánta razón tiene y que no se trata de charlatanería barata. Guardo ese recorte como si fuera oro, subrayado, y, de vez en cuando, lo releo, e intento llevarlo a la práctica, porque no, no es fácil.
El poder curativo de las palabras
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