Que no te engañen ni los trols y ni la publicidad encubierta

Todos podemos ser víctimas de un troleo y del abuso de confianza por influenciadores en lo que recomiendan: es necesario mayor control y cumplimiento normativo en la comunicación en redes sociales.

El #NocillaGate, troleo a Josef Arjam por una cuenta de Twitter que se hace pasar por la oficial de la marca Nocilla, muestra lo que ocurre si no supervisamos con quién y cómo nos relacionamos y abre el debate de la necesaria exigencia de los consumidores de saber cuándo y cómo se colabora con las marcas en la comunicación online.

El #NocillaGate, el troleo sufrido por el influencer Josef Arjam por una cuenta de Twitter que se hace pasar por la oficial de la marca Nocilla, es una comunicación de crisis online que muestra lo frágiles que todos podemos llegar a ser si no supervisamos con quién y cómo nos relacionamos y abre el debate de la publicidad encubierta en las redes sociales y la necesaria exigencia de los consumidores de saber cuándo y de qué medida se colabora con las marcas en la comunicación online.

En el centro, post en cuenta Instagram de Josef Arjam en donde recomienda el producto Nocilla.

Estar en redes sociales implica ser conscientes de que sí, la Red es una gran jungla en la que habitan todo tipo de personas, personajes y personajillos, con identidad real y también inventada, donde el anonimato puede llevar a generar situaciones difíciles de manejar si somos un objetivo a perseguir de manera malintencionada. Hay mucho odiador. Esta no es razón para no contar con una presencia social, solo es necesario, en la medida que se puede, estar preparado para manejarnos en este contexto online donde se generan y reproducen todo tipo de malas respuestas, acusaciones, insultos, acosos, bulos, difamaciones… y donde los trols se multiplican y campan a sus anchas.

Por ejemplo, podemos caer en ser troleados, es decir, buscar generar polémica a nuestra costa para ofendernos, para provocarnos. Un ejemplo claro es lo ocurrido y bautizado con el hashtag #NocillaGate: un personaje público, un influenciador, (Josef Ajram) cae en la trampa de una cuenta en Twitter (creada por @Calitat) que se hace pasar por el perfil una marca (Nocilla), cuenta ya eliminada, con la que entra en diálogo y se plantea una colaboración publicitaria, para días más tarde publicar las conversaciones privadas mantenidas y ridiculizar su comportamiento al no darse cuenta del engaño.

De lo que quiero hablar, reflexionar, a raíz de este caso donde @Calitat tiene su momento de gloria e infierno como tuitstar y @josefajram como influencer, es de dos asuntos que considero son muy importantes:

  1. La defensa ante acusaciones graves producidas en la Red. La necesidad de actuar con los medios legales a nuestro alcance. No, no se puede decir cualquier cosa en Internet, las redes sociales (de esto ya hablé también en detalle en este post “Cuidado con qué dices en redes sociales, no es territorio sin ley”) y pensar que no tiene consecuencias, o creer que por actuar en anonimato, no ocurre nada y salimos impunes después de decir cualquier burrada. Las amenazas, injurias, calumnias o conductas de acoso en internet, a través de redes sociales, son delito y está reconocido en el Código Penal, así que no hay que perderlo de vista ni “jugar” con ello o pensar que con un “lo siento” valdrá luego para quitar la gravedad y responsabilidad que corresponda.
  1. La persecución a la publicidad encubierta. La necesidad de reivindicar su clara identificación. Separar lo que es publicidad y lo que son recomendaciones efectuadas de manera libre para quedar perfectamente claro el tipo de relación y colaboración que se tiene con marcas y empresas. Reivindicarlo para que no nos engañen.

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